HA LLEGADO LA HORA DE DEVOLVER LA MÚSICA AL ESPACIO DE LA ORACIÓN
Cuando a los teovidentes modernos se les revela la Madre Divina, a menudo suena una hermosísima música, cuya belleza es imposible transmitir con palabras. ¿Usted cree en la realidad de una revelación musical?
Por lo visto, la ausencia de aspiración a la Divinidad no permite percibir la música en una altura correspondiente. El alma se asemeja al cerdo bajo el roble de la famosa fábula de Iván Krylov. Un personaje mediático ruso -¡ante todo es un sacerdote!- hace poco declaró: ‘Mozart escribía cosas monótonas y pop’.
ENSEÑAR MÚSICA, ENSEÑAR SOBRE EL ALMA
Muchos hoy en día están preocupados por la autoperfección. Pero ellos comprenden este proceso de forma muy limitada: recibir educación secundaria, aprender un segundo instrumento, adelgazar o hacer músculos…. En el mejor de los casos, ‘hallar la armonía consigo mismo’. Autoperfeccionarse sin despegarse de la Tierra.
El ser humano necesita la música de gente altamente ilustrada, ¡portadores de la esfera! Solo la música de los mensajeros de lo alto puede ayudar a sacar a las personas del abismo en el que se encuentran y dirigirlas a alturas inauditas, abrirles otro mundo, lleno de armonías celestiales.
Y yo como pedagogo trato de entusiasmar a mis alumnos con un ideal y conseguir en ellos la misma altura de interpretación musical que fue depositada por el compositor.
Hace falta interpretar a Beethoven y a otros compositores geniales conforme a lo que han escrito. En esto consiste el arte del intérprete. Ya el arte y el trabajo difícil del pedagogo radica en enseñar al alumno a interpretar la música del mismo modo que el autor la oyó originalmente, como la oyó Beethoven con su oído interior (siendo sordo a la interpretación mundana).
El talento para la música lo tienen todos. Incluso si no hay talento para el arte de interpretación, lo hay para escuchar música. El ser humano a través de la música de los grandes iniciados se dirige a purísimas esferas celestiales, entonces no puede ser malo. Con él ocurre un modelado positivo, acumulación del polen esencial del bien.
A un estudiante es posible hacerle aprender a escribir fugas, a orquestar… Pero enseñar cómo alcanzar las alturas espirituales es una cosa totalmente diferente. No se trata de ‘enseñar música’ sino de ‘enseñar sobre el alma’
LAS GAMAS DEL AMOR
¿Acaso no se pierde el alma en la música? En China, Japón, EEUU, Europa e incluso en Rusia, la interpretación musical se ha convertido hoy en día en un virtuosismo de robots, en un tecnicismo refinado. No piensan en el contenido espiritual.
Nuestro amigo Yevgueni Levasheov, catedrático del Conservatorio de Moscú, dijo un día: ‘Lo desafortunado de muchos maestros de la cultura consiste en que buscan cómo expresarse a sí mismos. Pero se exige lo contrario: rechazarse a sí mismo en nombre de lo Divino. Toda labor puede ser espiritual: desde una simple limpieza de excusados en el servicio militar hasta la composición de grandes sinfonías. Se ha de tratar todo como un beneficio que hacemos para nuestros prójimos’. Se puede llenar de amor cualquier trabajo, pero la música ayuda en eso como ninguna otra cosa.
LA MÍSTICA DE LA UNIDAD
Es donde hacen falta los portadores de las esferas: los que han entrado en el mundo del amor supremo para poder despertar con su voz a los demás, estimularlos a la ascensión, no permitir a las personas encerrarse en su existencia ‘vegetativa’.
Yo diré categóricamente: ¡lo que no lleva amor en sí, no tiene sentido que exista! Los hombres necesitan amor. El amor es a la vez el medio y el fin.
La música de los grandes compositores forma el sentido del amor espiritual. Solo puede interpretarla de modo adecuado aquel que esté lleno de amor: quien lo vivió, filtró, apreció con su alma lo necesario de esta altura.
El filósofo famoso Sergéii Avérintsev habló del templo de Sofía, la Sabiduría divina. La Sabiduría, a mi gran pesar, no se da a todos. Pero se puede adoptar a través de la comunicación con los portadores de la Sabiduría.
Cerca de Mozart, Beethoven y Tchaikovskiy había personas que no sabían escribir música, pero eran partidarios de estos grandes compositores, tenían los mismos ideales. La comunicación con la gente espiritual deja una huella inolvidable en los comunicantes, se realiza el trasvase de uno a otro.
Cuando hay amor, se establece un parentesco místico: la mística de la unidad. Son términos tan altos que incluso yo tengo miedo de tocarlos. Lo inexpresable no se puede expresar con palabras. Como dijo el poeta F. Tiútchev, ‘el pensamiento proferido es mentira’.
¡LA RELIGIOSIDAD Y LA MÍSTICA SON DOS TÉRMINOS ANTÓNIMOS!
Juan Amadeo en sus diarios musicales ‘El piano como Orfeón’ dice muchas veces que la interpretación musical es inconcebible sin la práctica espiritual, sin hazañas de virginidad y de amor. El músico es un mensajero llamado un apóstol. Su altura interior debe corresponder a la altura de la obra interpretada.
Este concepto es cercano a mí. ¿Por qué respetamos, por ejemplo, a un eremita? Él se aleja del mundo para entrar en el mundo espiritual, para entender mejor su conexión con Dios, para entrar en un diálogo de confianza con Él. Pero esto está conjugado con el campo de la mística.
La mística es un fenómeno singular, vinculado con las propias esperanzas, abandonos, batallas, crisis espirituales…. Es imposible catalogarla en el rango de lo cotidiano. ¡La racionalidad excluye la mística!
Yo considero la religiosidad y la mística como términos antónimos, incompatibles. La religiosidad es una espiritualidad degenerada. Pero la mística es la consecuencia de la alta espiritualidad, siendo la espiritualidad directa conexión con Dios. La espiritualidad ayuda a liberarse de las cadenas de este mundo, es decir, a desapegarse de la tierra.
Se sabe que Heinrich Neuhaus confesó, cuando su edad era avanzada, que quería hacerse santo. Cada ser humano tiene que ser portador de altos ideales. Cuanto más bien haces a las personas, más se multiplica en ti mismo. Lo mismo sucede con el mal. ¡Por eso los músicos, los que hacen bajar la música de las esferas más altas y puras, son sobre todo vencedores del mal!
¡Y solo tras ser vencedores coronados, ayudan a vencer el mal a los que les escuchan!
La música genial educa, da un impulso poderoso al alma. La música interpretada por músicos de alta iniciación purifica al ser humano, haciéndolo más bondadoso, lo dirige a la espiritualidad, lo ayuda a abrir el corazón para la compasión, lo ayuda a sentir el dolor de otra persona como propio, lo ayuda a descubrir la hermosura interior y le regala anhelo de armonía en todo. La misma percepción del corazón, si el corazón es puro.
Nunca olvidaré la confesión de un famoso pianista de jazz. Recordaba cómo un día pasó por la calle cerca de una tienda de partituras y le impresionó la pequeña pieza de Beethoven ‘Para Elisa’ que sonó. Lo que oyó, le estremeció hasta lo más profundo del alma, giró su eje interior en otra dirección. Así empezó su admiración por Beethoven.
¡Beethoven con su música cautiva a las almas!
¡Es por eso que nos hacen tanta falta los candiles, ungidos, profetas musicales que ayuden al hombre a purificar el corazón de capas mentales, para que el corazón suene como una lira!
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