Una de las ventajas de acumular buen espíritu antes de realizar una obra de arte, es que (con dicha obra) se elabora de algún modo la esencia y el arquetipo de la vida. El arte, ante todo debe alimentar, dar vida, ilustrar, mejorar, divinizar como un Grial vivo que se derrama de la cornucopia infinita. El criterio del arte bueno o malo, saludable o patológico está en el Espíritu Claro26 . El Espíritu Claro-Omnibueno es el único crítico del arte veraz que siempre “juzga” desde la bondad, la misericordia, la sabiduría, el amor y los estatutos armónicos universales. Sin Espíritu todo se degrada, tergiversa y perece.
León Tolstoi en su obra Qué es el arte (1889), precisamente nombraba al profesionalismo, es decir, el mammón (buscar beneficio a través del arte), como la principal causa de la falsificación del arte y muy curioso, el segundo factor que nombra es la crítica, los llamaba seres soberbios llenos de amor hacia sí mismos que se permiten juzgar sobre lo que es o no arte con palabras, lo que aleja cada vez más del arte siendo este esencialmente no verbal. Si la palabra desaparece después de la sentencia y queda el sentimiento del alma dirigida hacia lo divino es que ha cumplido su misión, si no es magia:
“Con la magia de la palabra es inconcebible subsistir
en los arquetipos de la civilización Ciudad Jardín”.
Si después de ver un cuadro de pintura, escuchar música, leer una poesía o ver una película, el alma no se consuela, no se estremece ante la grandeza divina, no surge en ella un hambre de compunción, de mejorar y buscar las alturas espirituales más elevadas o simplemente no experimenta la fe en el triunfo del bien, es que ese arte está predestinado para otra cosa, tiene otro propósito que no coincide con los designios de ARTA (de la providencia divina), ni tiene la misión de curar o embellecer al hombre y la naturaleza. Juan de San Grial nos dice al respecto:
“El único don que debemos anhelar es el don de distinguir el bien del mal. Fuera de prometer bienes terrenales, este don revela la perspectiva de las Puertas Celestiales: si por el mal el alma es enturbiada y desciende al fondo del pantano, con la purificación de la inmundicia, se eleva a la Divinidad, y allí lo conocerá todo”.
Juan de San Grial resuelve de un modo genial el conflicto milenario y los debates filosóficos, religiosos y teóricos de nuestra civilización en torno a la dualidad y el monismo, al creador y lo creado, al bien y el mal… Paradójicamente solo puede haber verdadero arte, paz, armonía y perfecta unión en el mundo y del alma con lo divino, cuando el artista distingue la esencia ontológica de los fenómenos: existe arte necrófilo y arte biófilo. Es decir, en el origen y en la composición del arte se pueden representar dos univérsum completamente distintos entre sí. Uno, necrófilo, demiúrgico, tiene atracción por la muerte, la mezcla, el caos, la destrucción, la fantasía patológica, el tecnocratismo y la lujuria (no como una denuncia de un fenómeno malo existente, sino que lo defiende como la única realidad a vivir, al estilo del “goce libidinoso” de Lacan y orientación de vida de Fromm28 ), por ejemplo casos notorios de esto son: el ilustracionismo necrófilo del pintor checo Alfred Kubin (1877-1957), el pesimismo depresivo del poeta rumano Emil Cioran (1951-1995), o el tecnocratismo humanoidal de Hans Ruedi Giger, (1940-2014), etc., Y el otro tipo de arte, biófilo, más inspirativo que creador, tiene la tendencia de conservar la vida y luchar contra la muerte. Expresa lo bello de la naturaleza, las cualidades divinas intrínsecas del hombre, como por ejemplo el gran bailarín Vladímir Vasíliev, (1940- ), que representa arquetipos nacionales e internacionales con su danza, el gran pianista Van Cliburn (1934-2013) que amaba al público (a las personas) más que a la misma música, o León Tolstoi (1828-1910), gran artista espiritual que mantenía los arquetipos de la sabiduría milenaria tanto orientales como occidentales en sus escritos.
Las mezclas, superposiciones de los contrastes y los grises, no existen por mucho tiempo, por lo que todo el arte camuflado en bien o que mezcla y confunde la conciencia de ARTA en los espectadores sigue siendo necrófilo. Tolstoi llamaba arte falso al que busca la imitación, los ornamentos, la curiosidad y la excitación del espectador, prácticamente todo en lo que se basa el arte mediático postmoderno o por ejemplo el de la New age representado por el arte cósmico de Alex Grey (Grey del gris en inglés, no por el color, sino por la mezcla). El mal arte, ante todo es feo, en términos de Plotino, ha perdido la protoforma, síntoma de un alma “informe”, es decir, enferma. Fuera de Arta el alma se pliega sobre sí misma y ya no ve los trazados divinos. El arte necrófilo no solo es una inclinación psicopatológica de unos pocos, sino que desde el punto de vista espiritual es la tendencia en general de la humanidad hacia la tecnocracia, el arribismo, materialismo, hacia los placeres y el cosmos que está teñido de magia, ilusión, orgullo, futilidad, etc. El problema, en general, del arte necrófilo de la humanidad es la falta de distinción entre espíritus y sus acciones, sin importar lo estético o bello que aparente exteriormente el arte.
El grado de belleza, creatividad y bondad expresado en el arte está relacionado directamente con el grado de pureza del corazón, la mente y el cuerpo del que crea. Del mismo modo que hay que limpiar un instrumento musical, ajustar las cuerdas y preparar las condiciones ergonómicas adecuadas para tocar, lo es para el alma la catarsis; la ordenación del interior hacia la pureza, la bondad, la contemplación de los misterios divinos y el servicio desinteresado a través del arte. Cualquier arte está ligado estrechamente al estilo de vida, al grado de pureza de la conciencia y los motivos que se profesan, por lo que no son más importantes las cualidades estéticas del arte que el grado de espiritualización alcanzado. Se tenga o no habilidades, talentos o recursos técnicos para la producción del arte, lo importante es saber cómo agrandar el diapasón del corazón espiritual, ya que desde este centro el artista comunicará al mundo y cocreará conjuntamente con el buen espíritu29 . Juan de San Grial en sus diarios, libros musicales y poéticos explora en profundidad esta cuestión y además mantiene un diálogo recóndito con muchos autores, poetas y músicos a nivel internacional y de diferentes épocas:
“Para un artista, no solo es importante el don creativo, también lo es el estilo de vida. En general, Gueorgui Svirídov, a pesar de algunas concesiones y pasajes conformistas, especialmente en la época en que ocupó el alto cargo de secretario de la Unión de Compositores de la RSFSR, sigue siendo un hombre de familia bastante puro que sabe escuchar su conciencia. Desenmascarador de toda mentira, no soportaba a la Kasrílovka de Sholem Aleijem, tan popularizada en los círculos artísticos de Moscú. Y hacía bien”
El siglo XX es sin duda un fenómeno único en nuestra civilización, tanto por la magnitud de las atrocidades (guerras, la tecnocratización, los campos de concentración…) como por los nuevos fenómenos deslumbrantes y luminosos que acontecen: el humanismo, la mejora de la democratización, mejora del bienestar social, etc. Pero lejos de promover una vida ideal, actualmente la dimensión necrófila en el arte, en la ciencia y en la cultura está camuflada de la biófila. El diálogo que busca el discernimiento entre Bio y Necro y no teme al cuestionamiento es ideal. Un escaso ejemplo lo encontramos en el libro Controversias del pensamiento. Homenaje al profesor Quintín Racionero (2016), donde un equipo de investigadores señala la importancia de los “campos de controversia actuales” (Óscar Nudler, 2014), sobre las polémicas y discusiones metaculturales; y Teresa Aguilar (2016) aborda la cuestión del arte necrófilo de los cuerpos físicos del siglo XX en el capítulo Posmodern/Postmortem: arte necrófilo.
Juan de San Grial invita a los pensadores contemporáneos a dar un paso adelante y discutir sobre las últimas cuestiones, fenómenos y situaciones de nuestra vida, reflexionar sobre la cuestión fundamental del artista: ¿Quién le inspira? ¿La vida (fuerzas biófilas y divinas) o la muerte (fuerzas necrófilas)?; ejemplo de este último caso es lo sucedido en las atrocidades del siglo XX y sus consecuencias en la actualidad, a lo que dedica una serie de volúmenes relatando la crónica existencial de los presos de los campos de concentración desde un punto de vista espiritual32 . En estos libros nos comenta que hay dos relatos contrapuestos sobre el Gulag: una necrófila, centrada en la maquinaria destructiva y diabólica como triunfante; y otra biófila, que relata la misericordia, los milagros y la fuerza de la resurrección del bien como intervención divina. ¿Cuál de los dos escenarios resulta más verídico? Los necrófilos solo señalarán el holocausto del mal sin sospechar sobre los fenómenos luminosos que hubo. Cuando estás cerca de la muerte y privado de la vida, el único arte verdadero es el de esquivar la muerte (o viendo en ella una liberación de la agonía), encontrar fuerzas en las debilidades y la paz en medio de la guerra, etc.
Pero, a parte del mundo dual terrenal del bien y el mal, la vida y la muerte, el autor desvela una realidad superior que trasciende la experiencia humana y que se revela en los momentos críticos como una intervención divina. A este fenómeno de experiencias beáticas en el sufrimiento del Gulag y el traspaso de la muerte, lo denomina “esferas de la dormición”33 ; en medio del gulag más atroz que la humanidad ha experimentado jamás, se reveló la fuerza de la luz suprema como presencia y puerta hacia los siglos y civilizaciones de oro. En las islas de Solovkí en Rusia (desde 1918 hasta 1939), a parte de las atrocidades difícilmente descriptibles, se produjeron una serie de manifestaciones y fenómenos espirituales que cualquier ser humano del planeta debería conocer y que representan el punto crucial del nuevo milenio al que estamos entrando; la llegada de la Teocivilización34 . Es decir, en medio del terror mortal hubo una manifestación de esperanza de vida, muchos martirizados trascendían el dolor terrenal y entraban en una esfera de beatitud y paz interior contemplando el destino celestial. La vida no acaba en la Tierra.
Estos sucesos están relatados minuciosamente por Juan de San Grial en casi todas sus obras y considera fundamental reflexionar sobre ellos. Georgy Dimidov (19081987) también relató muchos casos vividos por él mismo, publicados en el libro Planeta Milagroso 2008, (una recopilación de sus relatos que coleccionó su hija) donde ofrece una visión biófila ante las adversidades del gulag, al igual que la película La vida es Bella de Roberto Benigni, 1998, solo que esta última desde una perspectiva emocional-psicológica. Víctor Frankl (1905-1997), sobreviviente del terror nazi, a su vez, eleva la fuerza resiliente y la búsqueda de sentido a un nivel superior. Aunque la inquisición y las represiones necrófilas intenten profanar al hombre, el arte, (la dodecafonía de Schönberg y Webern querían romper con la tonalidad musical), la fuerza creativa del arte verdadero es trascendental, inmortal, tiene su origen en lo divino, supera la misma muerte y la entramada mezcla terrenal, sonando eternamente en la existencia como una verdad indestructible. Es precisamente esta esfera la que inspira a Juan de San Grial, prestando especial atención a ella como a la Madre de todas las musas y arquetipos, a la cual denomina Minné35 : que es partícipe de todo el entramado de la existencia. Tenemos que hablar de un arte mínnico…, sobre una civilización mínnica, vida mínnica, ajena al mal y a la mezcla…”.
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