Ocho principios de la civilización de Minné
Los depósitos de minné
¡Qué depósitos de minné hay en el hombre! ¿Pero cómo pueden verse? ¿Cómo encender el ojo candil que ve los depósitos del amor puro?
¡Enciéndete, vela, en lo pasional! ¡Enciéndela, Santísima Señora!
Veo al prójimo como si fuera por primera vez. Qué depósitos de minné, a pesar de…
De estos “a pesar de” no hay menos que de los dones del Altísimo del cuerno de la abundancia. Su número es exactamente igual al número de trampas, placeres y lazos. A medida que el alma se libere de estos, los “a pesar de” desaparecen. Pero a pesar de estos “a pesar de”, los depósitos de minné, cubiertos con siete capas de polvo y escondidos bajo diez metros de suelo arcilloso, existen y, aún más, se manifiestan.
La experiencia de estar en San Salvador con los hermanos inmortales
Desde el trono de la Reina Celestial expongo la experiencia de pasar medio año en San Salvador con los hermanos inmortales. Aquí están sus principios básicos, el manifiesto de la civilización de Minné.
I.
¡Adorados hermanos, terrestres santos! Creáis en lo que creáis —en dios o en el diablo, en Cristo o en el adversario, en Mahoma, en Marx, en una cantante de tele haciendo muecas o en cualquier otro «fantasma lujurioso»—, a pesar de todo, por encima de los montones de libros copiados y papeles usados, están el Padre Divino y la Madre Divina en la manifestación hipostática del Padre y de la Madre del amor puro.
Minné es un sol que brilla para el mundo. Así como la Tierra sin el sol está cubierta por la oscuridad, del mismo modo el ser humano sin minné duerme profundamente en un sueño sordo sin despertar, un sueño en una oscuridad cavernosa, en las esferas malditas de la soledad y de la búsqueda sin fin.
Existe un amor que solamente con él el hombre respira. Existen el Padre y la Madre, tanto si los reconocen como si los niegan o los adoran en la persona de Cristo, Mahoma, Zoroastro, Moon, de un ídolo falso de arcilla, ritual, mental, teatral, literario, teológico… La realidad del Padre y de la Madre del amor puro es primaria, incondicional y supramundial .
El tercero en su jerarquía supracelestial es el Hijo, el Cristo de los cristos con doce frascos de mirró en sus manos para la unción.
El Padre (1) tiene en sus manos el cáliz, derrama la última gota de su amor. La Madre (2) no aparta la vista de su divino Bienamado, derrama la gota recíproca. Y de su tálamo supracelestial nacen el Hijo (3) solar, el Rey de los ungidos, el Cristo de los cristos y la Hija (4) solar, la Madre Divina de las madres divinas. He aquí la cuaternidad perfecta: el Padre, la Madre, el Hijo, la Hija (el Espíritu Santo) del amor puro.
El quinto —o el tercero / cuarto en la octuplicidad (la jerarquía divina rechaza lo estático, está en movimiento constante)— es el Espíritu Santo (5), quien sopla a minné dulcísima, el gran Mediador, que actúa unido en uno con la Mediadora-Madre Divina. El Espíritu Santo Divinizador es el aliento del Altísimo, en él el Padre envuelve a la Madre, al Hijo, a la Hija y a su gran familia. El Espíritu Santo Divinizador es con quien el Altísimo hace las obras de la misericordia superante, del amor supracelestial y de la sabiduría.
El Espíritu Santo es el regalo que el Padre brinda a sus hijos para que estos descubran los misterios altísimos, sellados en sus castillos interiores. Diariamente, rodeando a su familia dulcísima, como el disco solar alrededor de la Tierra, el Padre habita en sus elegidos, que componen la jerarquía solar de minné (6).
El carro dulcísimo de los ojos del Espíritu Santo busca y prevé con claridad a las almas que están llamadas de modo especial a hacerse ungidos de minné: listas para llevar la cruz del pionero, del virgen, del cordero, vencer el espíritu del mundo y al diablo, y obtener la corona por la hazaña del martirio. La quintinidad se extiende a la sextinidad. El Padre y la Madre se multiplican en los hijos, el Hijo y la Hija en sus sucesores (nietos, bisnietos, etc.). La gracia del Espíritu Santo se derrama sobre ellos como del cuerno de la abundancia. Ellos forman las 144×1000 generaciones de minné solares, desde la primera civilización inmaculadísima hasta la 85ª solar: “Ave María, la nueva Atlántida, la Teocivilización III”.
“Nuestros hermanos mayores e inmortales”, cantamos a los rangos ungidos, candiles, inmortales, mínnicos, del amor agape , que divinísimamente permanecen en los prójimos adorados, en las divinidades potenciales. La séptima en la jerarquía de minné es la teohumanidad (7).
Siguiendo el principio de la transubstanciación y la multiplicación a través de la concepción inmaculada sacrificial (la última gota, la cima de minné), el Padre y la Madre se multiplican en Cristo y María, y estos, con la fuerza del Espíritu Santo, se multiplican en los elegidos, los cristos menores y las teoengendradoras menores. A su vez, los ungidos, entregándose hasta lo último al servicio para la humanidad, otorgan las tablas inmortales y los óleos mirríferos, multiplicándose en la teohumanidad. Su élite son los serafitas.
La humanidad, que no se ha perdido por completo en las garras del Gran Mimetizador, honra a sus elegidos como a sus guías solares, los utiliza como ejemplo y se diviniza siguiendo a los que ya lograron la cima de la divinización. El rango final en la octuplicidad armónica de la Sabiduría del Altísimo es la divinización de toda la creación (8), todos los seres que dimanan del gran corazón de nuestro Padre.
En las jerarquías enumeradas, en todas y cada una de ellas, desde la más pequeña hasta la mayor, desde el último pajarillo hasta las palomas blancas, desde una lágrima abrasadora hasta la pila caliente que lava, reina la plenitud de la divinidad.
El grandísimo himno recíproco al Padre dice así:
No hay nadie además de Él, de mi Bienamado.
No hay nada además del amor, de Su amor sagrado.
Estas palabras literalmente borran los obstáculos en el camino de la divinización a pesar de todo. Ojalá que se pueda repetir, haciendo cada día una brecha, viendo con claridad los mundos empíreos:
No hay nadie además de Él, de mi Bienamado.
No hay nada además del amor, de Su amor sagrado.
II.
El amor celestial es lo único que es real. El amor celestial es más real que todo lo demás. Él gobierna el mundo, es la última verdad . Compone el gobierno espiritual y se manifiesta a pesar de todos los obstáculos y prohibiciones. El gran río de minné libera de los atascos interminables en su camino, hasta que llegue a su gran fin.
Minné forma el verdadero poder, la verdadera fuerza y el único criterio que definitivamente nutre al hombre.
Lo demás son quimeras mimetizadoras y falsificaciones. Tales son, por ejemplo, las siete mentiras fundamentalistas a continuación enumeradas:
1) el ascetismo falso;
2) la oración falsa;
3) la devoción falsa;
4) la santidad falsa;
5) el sacerdocio falso;
6) la Iglesia falsa;
7) la fe falsa.
Si minné desaparece, la fe es un címbalo sonando, habladurías
Allí donde hay quimeras mimetizadoras, hay hipnosis. Y donde hay hipnosis, cantan sirenas eclesiásticas a cuatro voces, adormeciendo al teohombre, sellando su templo interior.
Ayúdanos, Adorada, a comprender tu trono solar del amor puro en los cielos y de su suprema realidad única e incondicional en la Tierra.
III.
El plano empírico del hombre está enturbiado, ensuciado, estropeado. El hombre ha sido precipitado a la oscuridad cavernosa de la ausencia del amor. El remodelado de adaptación lo convirtió en un esclavo despreciable de la lujuria, de los programas fatales, de los trazados prescritos y de los sellos fatales.
Pero el grandísimo misterio de minné consiste en que, por muy alto que sea el grado del daño a los compuestos y, aún más, del pacto con Lucifer (es decir, la profundidad del remodelado de adaptación realizado por él), 4/5 partes de la composición original del teohombre están intactas.
Se quedaron intactos los aceites divinos, los sellos misteriosos, las hipóstasis… Intacta quedó la palabra que el Altísimo incorporó en el alma durante su nacimiento y que es absolutamente única para cada una. El rostro único e inimitable, tal como fue imprimido originalmente. Su destino solar. El trazado del camino para millones de años en la perspectiva de encorpulaciones amargas y dulces, yuródivas y coronadas…
¡Gloria a ti, pequeño hombre de la Tierra, que un gran potencial no descubierto de Minné albergas!
No hay mayor valor ni tesoro que hallar al prójimo = ver en él el potencial de minné que brilla en una profundidad vedada.
Es suficiente, mis adorados, con que el cetro de minné del ungido toque al ser misterioso, al hombre interior, para que las misma minné se despierte y se regocije en sus 144 castillos interiores. El tercer principio con relación al hombre dice: en él habita la plenitud de minné a pesar de los oculares que le han sido implantados, de la corrupción cometida contra él.
No hay alma que haya nacido (excepto la de aquellos que contrajeron un pacto fatal con el príncipe de este mundo, quienes dieron su consentimiento para ir a la cuarta y quinta trampa), y que no busque vivir únicamente con el amor, con la liberación de sus potenciales interminables solares internos. ¿Acaso no es por eso por lo que de modo tan natural las almas buscan el servicio elevado, la heroicidad, realizar hazañas, elevarse sobre la saciedad y el pancismo?
IV.
Minné fue perdida durante el remodelado de adaptación. El Demiurgo la desprecia, la considera perjudicial, seductora para el ser humano, una señal de su debilidad y miseria.
En la misma medida en la que el Padre deifica a minné en la creación, el adversario, junto a la adversaria, la desprecian.
El remodelado de adaptación borró fatalmente los sellos de minné de los castillos interiores. Minné está perdida y se recupera poco a poco, a migajas. Se recupera como el icono inmortal restaurado del teohombre.
Su primera cualidad es la virginidad perfecta y purísima . Y la otra, es el espíritu de sacrificio.
Vamos a hablar de la primera.
Fuera de la escalera de la virginidad perfecta, minné se revela solo parcial y mínimamente. La plenitud de minné se derrama sobre los iniciados en ella enteramente, sobre los virginales, los perfectos puros (uno de los rangos de los cátaros).
Minné, perdida en las astutas trampas adaptativas, se halla: (a) con la metanoia, (b) con la práctica de hazañas (en la experiencia de la transfiguración).
Minné se encuentra en la última profundidad del teohombre y santifica los demás tipos de amor, defectuosos desde su punto de vista, tal como el erótico, el conyugal, el eclesiástico, el fraternal, el solidario, el social, el amor a los ídolos…
Hay muchas objetivaciones lamentables de este tipo en el mundo moderno menoscabado. Pero precisamente Minné está regiamente sobre ellos, esperando la hora en que las quimeras desaparezcan y se revele el mismo amor supremo real.
V.
La revelación de minné en la experiencia de ultratumba
No hay ningún alma (excepto las procedentes de la navi *, originalmente malditas, las mismas que Cristo desenmascaraba sin cansancio en sus días terrenales, y enseñaba a hacerlo también a sus discípulos) que no esté tocada por la mirada de minné abrasadora.
Incluso en la tercera trampa, adonde van las almas de los ilusionados fundamentalistas institucionales, sumergidas en un sueño total, en un sonambulismo brumoso…, el Sol de Minné brilla como atravesando las nubes. Pero finalmente se va perdiendo a medida que se pasa a la cuarta trampa (la de los siervos de Satanás) y a la quinta (la satanogamia).
No hay ningún alma —aunque haya sido abortada o haya dejado el mundo en la infancia, aunque haya pecado gravemente o haya malgastado su vida en pasiones— que no reciba la revelación de minné en su experiencia de ultratumba, aunque sea por un solo instante. Este momento se prolonga y es dulce para los amantes, amargo para los demás.
VI.
Minné es el amor que no existe ni en los cielos ni en la Tierra, ella es la única medida de la verdad , con la que se mide a los personajes históricos y contemporáneos. Cristo, Moisés, Mahoma, Mani, Zoroastro, los apóstoles Andrés y Juan, los rabinos Shimón Cefas y Saúl (Pedro y Pablo) son verdaderos en la medida en que su apostolado viene de minné.
Por el contrario, son tentadores, y no importa qué y cómo enseñaran, si no lo hacían en las esferas de minné virginal y sacrificial.
La Madre Divina es la manifestación perfecta de minné, de Cristo y de su Iglesia.
Minné es la reina de todos los conocimientos. Su lengua es sabia y yuródiva , silenciosa y comprensible. Ella habla también en las profundidades satánicas (según los Evangelios canónicos), reconoce ciertas verdades axiomáticamente-científicas o dogmáticas que provienen de las fuentes elohímicas.
La ramera romana y la malvada bizantina son juzgadas solo según el criterio de minné abrasadora. Minné realizará el juicio sobre el mundo y las Iglesias. Minné, a fin de cuentas, determina la suerte y el destino de la persona.
VII.
Una de las leyes del Santo Grial afirma que la virginidad tiende hacia los modelos elevadísimos de minné.
Sin las dos cualidades principales de minné (la virginidad y el espíritu de sacrificio) la teogamia y el matrimonio eterno son imposibles.
Minné se manifiesta invisiblemente en la experiencia pasional. No tiene miedo ni a los dolores ni a las circunstancias desérticas, pero los vence con la fuerza del amor. Entiende el abandono y la soledad como una provocación para un derramamiento de amor puro aún mayor, desde las fuentes del potencial interior.
Minné se aparece a los principiantes como una revelación y después puede ser hallada en la experiencia del servicio sacrificial.
VIII.
En el mundo de hoy se enfrentan dos bandos.
El bando de Elohím está formado por los capitanes de ovnis (los exinquisidores, los aristotélicos racionalistas), Shambhala, la dimensión “4”…
Contra las cohortes negras de los extraterrestres y los astrólogos del Vaticano que las reverencian, que desde siempre han maldecido a Cristo y a la Madre Divina, están los depósitos y las ciudades de Minné.
¡He aquí la lucha más grande! He aquí la batalla que abro a la humanidad desde el trono de la Madre Divina en la montaña Olímpica de la recreación del ser humano.
Las hordas enemigas parecen horrorosísimas. Vampirizan los compuestos inmortales y los principios inmaculados del teohombre. Ofrecen dádivas miserables, anhelan hacerlo aún más miserable, más despreciable y nulo. Millones de adolescentes están obsesionados con el deseo de ser abducidos por ovnis. ¡Cuántos engendros cósmicos están naciendo ya del matrimonio de los extraterrestres con rameras! ¡Cuántas tecnologías innovadoras e intrigas políticas son extraídas de las fuentes cósmicas! Parece que poseen el poder de determinar la civilización venidera, construir megápolis industriales, declarar un nuevo tipo de hombre, el Homo sapiens-sapiens …
¡Nada de eso! Dejemos el campo enemigo y echemos un vistazo al campo de nuestros amigos.
Solo durante la 84ª civilización, tan afligida, hay acumulados tesoros incontables de minné.
No ha habido ni un alma mártir que no haya enriquecido el tesoro de minné con su experiencia pasional. Son 200 millones los santos y divinizados caballeros divinos y mujeres-mirróforas del Aposento nupcial, ¡y multiplicadlos por 12! ¡2,4 mil millones!
La humanidad no hace más que recoger el polen mínnico como una abeja y guardarlo en la colmena.
¡Mirad, cuánta miel solar! ¡Cuántas últimas gotas! ¡No son depósitos, sino ciudades, civilizaciones de minné!
El ejército de Nuestro Altísimo supera un millón de veces a las hordas del maligno, por mucho que quieran parecer incontables e invencibles.
Yo soy, porque amo a pesar de todo. Amo ergo sum , exis-
to mientras amo.
Los libros clásicos de la antigua pneumatología (la católica y la ortodoxa) no conocen la gran clave de minné. Desde su punto de vista, la santidad se logra por el ascetismo, por la victoria sobre la lujuria, sobre los deseos y las pasiones mundanas…
Mas la Iglesia del amor enseña sobre Minné.
Únicamente con Minné es posible vencer las cuatro quimeras del remodelado de adaptación: la usurpación, el mammón, la lujuria y los miedos, incluyendo el miedo a la muerte.
El combate mortal con el fantasma de la vieja con guadaña, con los miedos, los pensamientos… y después una gran victoria: el potencial liberado de minné.
*
¡Qué hermoso es nuestro Padre! ¡Cómo anhela manifestarse, unirse en uno!
Hay diferentes niveles de acercamiento a Él: un nivel de distancia, un nivel de diálogo y el nivel del discurso interior .
El diálogo también supone una cierta distancia entre “tú” y “yo”. Nuestro adorado Padre quiere algo más: unirse desde el interior . Él habla desde las últimas profundidades interiores con la fuerza del Espíritu Santo.
El testimonio de la fe, hoy en día, consiste únicamente en alcanzar el nivel en el que se escucha la voz soberana de Nuestro Altísimo en el propio interior y en los castillos del prójimo, y seguirla.
¿Cómo reconocer su voz? Es la llamada del amor celestial, envuelta en las vestes de la sabiduría, de lo pasional, de la hazaña de servir al prójimo y del ramo de las virtudes relacionadas con ella: la gran paciencia, la misericordia, la catarsis celosa, la pureza perfecta y la santidad que se logra mediante la bonhomización y la apertura del corazón.
Nuestra adorada Señora, parece que día a día nos hacemos cada vez más parecidos a ti. ¿No es por eso por lo que derramas muy generosamente tus sellos teomaternos sobre nosotros y nos regalas más y más, sin fin, mucho más de lo que podemos abarcar hoy en día?
Es para eso que existen tus depósitos y nos dejas guardar en ellos. ¡Si no hoy, mañana se manifestarán tus sellos hermosos!
Por muy difícil que sea, por muchos desiertos que tengamos que pasar, a fin de cuentas nos parecemos a Ti cada vez más.
¡Qué derramamiento de minné! La Madre Divina nos encuentra después de una ausencia de medio año con el reflector solar de minné.
La Madre Divina:
“Vuestros rostros se han iluminado. Los cuerpos inmortales están manifestados”.
Veo un enorme disco solar en las manos de la Reina. ¿Qué es esto que tienes en tus manos, Purísima?
“Estoy derramando la luz solar de minné en vuestros corazones”.
Mi corazón se funde. Ella me concede el amor a los prójimos adorados.
*
¡Cuántas veces hay que subir al cielo para ver las ventajas de la virginidad, para no caer más en los orzuelos de las imágenes familiares, erótico-lujuriosas y otras!…
¡Qué hermosa eres, nuestra señora virginal Sagrada Teogamia! Reina celestial, te alabamos solo para hacernos cristos menores de la civilización de las vírgenes y de los poetas, igual de fragantes y perfectos que su hermosa Madre eternamente virginal, eternamente florecida con las flores de la virginidad.
Las flores son virginales. La virginidad exhala fragancias.
Fuente: Libro de Diarios de Juan de San Grial- Mi Iconostasio Interior
https://cataros.org/libros/mi-iconostasio-interior/
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